Él usa este espacio como una puerta al exterior que también le protege como una buena coraza para no ser dañado.
Sin embargo, hoy, me dice que no me hace falta esta protección, quiere gritar a los cuatro vientos lo que siente y lo está haciendo.
Se abre poco a poco sin temor a ser dañado y eso es lo mejor que te puede pasar.
Salta de alegría y yo salto con él.
Espero que no deje de latir con esta intensidad nunca.
Espero que mi sonrisa le acompañe siempre.
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